La preocupación por la salud

La preocupación por la salud es un signo inequívoco de enfermedad. Y la excesiva preocupación, tanto más. Las personas sanas no piensan en la enfermedad, se ocupan principalmente de sus proyectos, lo cual significa vivir en el presente de manera activa y coherente. La enfermedad tiende a convertir a las personas en pasivas, las priva de propósito. O bien, la pasividad y la falta de propósito las convierte en enfermas.

Y lo mismo que a las personas, les ocurre a las sociedades: cuando la preocupación por la salud es excesiva, la sociedad está muy enferma. Así, se inoculan contra decenas de virus, van al médico a hacerse chequeos, van al médico si son niños, si son viejos, si son mujeres, si tienen próstata, si tienen mamas, si están embarazadas. Y todo ello sin estar enfermos, sin sentirse mal.

Si algún miembro de una sociedad enferma está leyendo esto, ya se habrá enfadado por atreverme yo a poner en duda la bondad de los chequeos, sin pensar cuántas enfermedades se podrían haber evitado o retrasado evitando los chequeos, o simplemente evitando ir al médico cuando no se está enfermo. Me consta que lo que acabo de decir habrá cabreado hasta la exasperación al mencionado miembro de la sociedad enferma. En realidad, cualquier cosa que yo diga para justificar mis ideas lo cabreará porque pone en cuestión su innecesario apego al estamento sanitario.

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