A QUIEN CORRESPONDA, DE LA DOCTORA MARÍA JESÚS GALÁN DUEÑAS

A quien corresponda:

Yo soy médico homeópata. En ese orden.

Estaba estudiando medicina allá en el año 1982 aproximadamente cuando en casa hubo una curación de esa que se pueden denominar casi milagrosa, en una hermana pequeña que la medicina oficial había condenado al deterioro progresivo y la casi invalidez, por una artritis reumatoide juvenil con poca respuesta al tratamiento de la medicina oficial. Mi madre, en activo por aquel entonces como profesional de la enfermería dentro del sistema público de salud andaluz, tuvo la idea (osadía, valentía, temeridad???) de no resignarse a los designios de la medicina oficial, y optó por llevarla a un médico homeópata de los pocos que por aquel entonces estaban en ejercicio, y tras una o dos dosis de un medicamento homeopático, que a mí por aquel entonces me sonaba a chino (Calcárea Carbónica M CH) del que mi hermana tomó unas pequeñas bolitas que sabían a azúcar según ella nos contó, desaparecieron por completo sus dolores y su inflamación articular, y lo que iba a devenir en una cuasi invalidez, se tornó en facilitar que una personalidad abierta y deportista, se pudiera manifestar en su plenitud y pudiera desarrollar sus posibilidades físicas en la práctica de varios deportes. Hoy, tras 35 años de aquel suceso, no ha vuelto a tener una sola manifestación reumática ni nada que se le parezca.

Yo por aquel entonces, todavía me encontraba sumida aún en la prepotencia y soberbia que caracteriza a la mayor parte de la clase médica, y no dí valor alguno a aquella curación por espectacular que pudiera parecer, de hecho ni siquiera me interesé por hablar del tema con el médico que la había tratado. Todavía andaba deslumbrada por las batas blancas, el halo de magia que exhalan los médicos en los hospitales, y el magnífico despliegue de analíticas, pruebas de imagen y de todo tipo que había que manejar para hacer un diagnóstico, que en aquel momento me parecían mucho más importantes que mirar la cara o el alma de los pacientes.

Pero a medida que iba avanzando en mi formación médica, sin yo realmente saberlo, iba creciendo mi desencanto. Siempre me preocupó quién era la persona que estaba detrás de la enfermedad, y me pareció que quizá desde donde mejor se podía estudiar a la persona era desde la psiquiatría, por lo que entré de alumna interna por oposición a esa cátedra, y comencé en 2ª de carrera a hacer prácticas en consultas psiquiátricas. Mi ilusión por hacer una historia clínica que reflejara quién era y cuál era el sufrimiento que aquejaba a la persona que tenía detrás de la mesa, se topaban tras dos horas con el paciente, con las preguntas del psiquiatra que supervisaba los tratamientos: ¿Duerme? ¿Come? ¿Da la lata en casa?…. para acto seguido recetar sistemáticamente Lorazepam, Noctamid, Denubil y cuatro o cinco fármacos más, que eran lo que todos se llevaban puestos para que estuvieran tranquilitos, fuera cual fuera la causa  de su problema y la historia que me hubieran contado.

Noches de guardias en el hospital en las que no nos dejaban acercarnos a un paciente e infinitas horas de estudio para conseguir grabar en mi cabeza mil y un gérmenes con sus características correspondientes, y mil y un medicamentos con sus fórmulas químicas, familias a las que pertenecen, modo de acción, indicaciones, interacciones y sobre todo, digo sobre todo porque a mí era lo que más me preocupaba, efectos secundarios. Cientos de efectos secundarios que me hacían plantearme que cómo iba a prescribir a una persona algo que le iba a dañar el hígado, el estómago o que le podía provocar en algunos casos incluso la muerte si me sobrepasaba con la dosis, o si se la administraba junto con otro fármaco que le provocara una interacción.

Y yo no encontraba que en ningún lado me hablaran del hombre enfermo. Muy al contrario: me hablaban de órganos, tejidos, células, moléculas… pero como si de un desgüace se tratara. Se experimentaba en laboratorio con partes de ese hombre y luego se extrapolaban resultados al hombre entero, o mucho peor, con animales vivos para luego llevar a la clínica los resultados solamente haciendo una adecuación a la diferencia de peso entre un ratón y un hombre. A mí aquello me repugnaba intelectualmente, pero no sabía por qué: no podía aceptar que eso fuera lo único que se podía hacer,  pero no me cabía entender lo que me pasaba.

Terminé mi carrera en el tiempo previsto habiendo dejado para Septiembre una sola asignatura y habiéndome suspendido también otra única asignatura en los seis años de estudio, con unos resultados en general bastante buenos, y me fui durante un verano a Pamplona a hacer un intensivo de preparación del MIR en la prestigiosa Universidad de Medicina de Navarra. Cuando regresé estaba tan perdida como al principio: había fijado muchos datos, muchas patologías y muchos tratamientos, pero eso no era lo que yo había entrado buscando en esa facultad.

Así que tras un primer intento sin éxito de sacar el MIR, mi madre tuvo de nuevo la idea (osadía, valentía o temeridad, no sé tampoco ahora cómo calificarlo) de decirme que hablara con un médico homeópata para que me informara sobre qué era la Homeopatía, y por tal de no oírla, quedé con él para tomar un café y que me comentara un poco de qué iba esto. Bastó una charla de quince minutos en una terraza de una cafetería, y una servilleta de papel en la que fue escribiendo los ocho principios fundamentales de la Homeopatía, (Similia similibus Curentur: lo semejante cura lo semejante, Vix Medicatrix naturae: la Naturaleza es la que hace y da forma a la enfermedad, Dosis Mínima, Individualidad Morbosa, Individualidad Medicamentosa, Experimentación Pura, Dinamismo Vital, y los Miasmas como clasificación de los tres modos genéricos de enfermar ) para que de pronto se me encendiera la luz, y me diera cuenta de que eso es lo que yo estaba buscando desde que entré en la carrera. Aquí se entendía la enfermedad como una manifestación hacia el exterior de algo que ocurría a un nivel más profundo, es decir a nivel dinámico, como un desequilibrio profundo que se reflejaba tanto a nivel orgánico, como tisular, analítico y por supuesto a nivel mental. Había que estudiar al hombre en conjunto para averiguar la imagen hacia el exterior que estaba proyectando la alteración de su energía vital, que es donde radica realmente la enfermedad, y había que buscar un medicamento que, experimentado previamente en personas sanas, hubiera manifestado la posibilidad de producir ese conjunto de síntomas, pero se le administraba en dosis tan pequeñas, que hacía que no sólo no agravara su enfermedad, sino que despertaba la reacción curativa del organismo, sin dejar secuelas o efecto secundario alguno.

Eso me sedujo. Lo reconozco. Y desde entonces han pasado ya 32 años de estudio continuado, porque es muy muy complejo conocer el alma humana, escuchando día tras día a personas que vienen rebotadas de la medicina oficial, desencantadas por los resultados que la plurifarmacia les ha proporcionado, y tratando de entender quién es la persona que está detrás de esos síntomas, para darle una pequeña dosis del remedio que más se asemeje a su padecimiento. Trabajando sólo en lo privado, día a día, en solitario. Comiéndome mis dudas hasta encontrar el modo de resolverlas, pasando a veces incluso miedo por tener que aguantar hasta que el paciente reaccionara, y feliz cuando conseguía  su curación, y por supuesto estudiando cada día, año tras año sin parar. Y pagando religiosamente cada curso al que he asistido. Sin ir a congresos pagados por multinacionales de fármacos, sino de mi propio bolsillo. Pagando el Colegio de Médicos que se supone me respaldaba, y pagando los impuestos correspondientes para ejercer dentro del marco de la sanidad privada, con todos los requisitos de la ley.

Mis compañeros de promoción hoy son jefes de Servicio o jefes de Departamento, tienen sus buenos sueldos y se pegan sus buenos viajes a Congresos por todo el mundo, con coste cero, y están pensando el tiempo que les queda para jubilarse, y la pensión que les va a quedar entre lo que han cotizado y el mullido plan de pensiones que han ido acumulando. Yo tengo una consulta alquilada, por la que un buen mes no saco más que un sueldo bastante discreto, y los meses de vacaciones tengo que seguir pagando alquiler, secretaria e impuestos, sin ver un euro. Por supuesto las pagas extraordinarias no forman parte de mis posibilidades, y para mí una baja es, como decía el anuncio, una mujer bajita. Pero hasta ahora era feliz con mi trabajo, y me sentía muy satisfecha con lo que hacía porque siempre he creído en ello.

Pero ahora, tras tantos años de ejercicio, resulta que en los medios dicen que soy poco menos que una sinvergüenza. Empezaron diciendo que la Homeopatía es placebo porque las dosis que utilizamos no pueden demostrar que existan por las leyes de la física newtoniana. Luego salieron los pseudoescépticos diciendo que la Homeopatía no es científica y que nuestros medicamentos pueden ser peligrosos para el que los toma ya que no tienen estudios científicos que avalen su eficacia (¿en qué quedamos? ¿son placebo porque no tienen nada o son potencialmente peligrosos?? ). Luego empezó el dominó de la caída de los Másters de las diferentes universidades españolas, porque si la Homeopatía no es científica no puede tener cabida en el Santa Sanctorum de la ciencia que es la Universidad, así que nos dejaron sin poder formar a nadie en nuestra medicina. Y luego los Colegios Médicos nos dejaron de avalar y nos rechazan como apestados, cuando hasta hace poco nos habían aceptado con cordialidad, entendiendo que aún con diferente visión de lo que es la salud y la curación, somos colegas con la misma finalidad que es buscar ayudar a los pacientes en el transcurso de su enfermedad, y llevarlos a ser posible de la forma más rápida y suave a ser posible, hacia el restablecimiento de su salud. En cambio hoy nos miran como proscritos, sospechosos, delincuentes, aprovechados…. Nos niegan el pan y la sal y a todas luces cuestionan nuestro modo de actuar.

Y yo me pregunto, ¿qué es lo que ha ocurrido para que se haya producido un cambio de actitud tan importante por parte de los representantes de la medicina oficial para tratar de eliminar del espectro de terapias a disposición de los médicos, de todo aquello que no huela a medicina química? ¿Se imaginan por un momento que el Estado nos obligara a vestir igual a todo el mundo, o a comer sólo los alimentos que ellos dijeran?? Y por más vueltas que le doy llego a la conclusión de que la tendencia a ir contra todo lo que no sea medicina alopática me parece que apesta a intereses farmacéuticos: y es que cada vez hay mayor número de personas con nivel alto de formación y en países desarrollados, que solicitan un tratamiento integral que está muy lejos del que ofrece la medicina que impera en Occidente. En el mismo saco han metido a la Homeopatía, a la Acupuntura, la Fitoterapia y hasta el Psicoanálisis. Sólo quieren que se medicalice a todo el mundo y desde la más tierna infancia, incluso por situaciones que ni siquiera son patológicas (¿qué decir de casos como el TDHA que recomiendan medicar a los niños para que están quietos y no molesten a los padres que no pueden o no saben atenderles, o de una depresión reactiva tras un fallecimiento por ejemplo, que desde el criterio alopático habría que tratar con antidepresivos, evitando que se realice el duelo, y prolongando en el tiempo las consecuencias del mismo??)

Y ¿cuántas veces nos hemos encontrado que lo que está fervientemente recomendado por la sanidad oficial, queda proscrito al cabo de un tiempo, por las consecuencias negativas que se ha visto ha ocasionado a la población?  O ¿cuántas veces se ha anunciado una epidemia de gripe que iba a diezmar a la población y cuando se ha conseguido que los gobiernos compraran toneladas de vacunas y la empresa distribuidora se ha frotado las manos con los pingües beneficios obtenidos, la epidemia no ha pasado de la importancia de un resfriado?

No podemos ni debemos caer en manos de lo que las farmaceúticas quieren que hagamos. Su negocio es vender, y mientras más enfermos estemos, más venden, por lo cual, a los médicos deseamos que los pacientes se cuern, pero las farmacéuticas necesitan que consuman fármacos, por lo cual ya sabemos cuáles van a ser sus recomendaciones. Si el criterio médico queda en entredicho y se nos obliga a prescribir lo que digan las farmacéuticas, desconozco para qué es necesaria la figura del médico. Si sólo hay que recibir al paciente, (no digo ver porque muchas veces en la sanidad pública ni se le mira a la cara), pedirle una batería bien amplia y estandarizada de pruebas, y llegado el momento de tener un diagnóstico, el tratamiento no tiene elección, cualquier programa informático podría sustituir la cada vez más deshumanizada figura del médico. Y el paciente se seguiría encontrando desatendido si no hay nadie que le atienda y le entienda como un ser completo en una fase de sufrimiento.

La sociedad está cada vez más enferma, no hay duda de ello. Por muchos avances que esté teniendo la medicina oficial en cuanto a investigación y tecnología, las tesis en las que se basa la medicina alopática que llevan a escindir al paciente cada vez en más partes, y que cada una la lleve su superespecialista, (ya no hay traumatólogos sino especialistas en hombro, rodilla, cadera, ya no hay endocrinos sino especialistas en tiroides, ovarios, páncreas….. y así cada vez será mayor la fragmentación a la que sometan al hombre) conlleva el que ninguno atienda al ser humano. Y por mucho que nos traten de impresionar con todo el arsenal de aparatos super-sofisticados y con las investigaciones más ultramoleculares para buscar el origen de la enfermedad, por más que lleguen a lo más profundo de la materia, jamás encontrarán lo que buscan porque la enfermedad se manifiesta en lo material, pero su origen está en la energía: aunque creamos que somos materia, somos energía.

El tiempo y las investigaciones de la física nos irán dando la razón. Pero mientras tanto me gustaría levantar mi voz contra la caza de brujas que se ha levantado últimamente contra las medicinas alternativas. Se ha publicado en todos los medios y se ha hablado en todas las tertulias del pobre niño italiano que ha fallecido mientras se trataba con Homeopatía. Sin duda su médico posiblemente erró con el tratamiento que le puso y no rectificó a tiempo cuando vió que la evolución no era la adecuada, bien cambiando el remedio homeopático a otro más adecuado a su cuadro, o bien si la reacción no era favorable, a un antibiótico si hubiera sido preciso. Como bien dije al principio somos Médicos en primer lugar, y la curación del paciente está por encima de cualquier otro criterio. Pero hay un doble rasero que nadie tiene en cuenta y que me parece tremendamente sesgado y peligroso: si alguien fallece mientras utiliza medicina alternativa, la culpa la tiene el tratamiento que sin duda no es el adecuado, pero si fallece en los brazos de la medicina oficial, es porque ya se hizo todo por él, y la enfermedad no hubo modo de controlarla. A modo de ejemplo recordemos el cáncer de páncreas que acabó con Steve Jobs y el que se llevó a Roció Jurado, y el diferente tratamiento mediático que se les dio a ambos.

Ya no solo como profesional, también como paciente reivindico mi derecho a elegir con qué tipo de medicina me quiero tratar, y quiero que se puedan tratar mis hijos y mis nietos el día de mañana. No quiero pensar que si un día me pongo enferma, no tenga alternativa de decidir que no quiero medicamentos químicos en mi tratamiento. Mis hijos decidirán cómo se quieren tratar en el futuro, y cómo quieren tratar a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Pero tienen que tener la posibilidad de elegir. Tenemos que negarnos como personas inteligentes a aceptar que bajo criterios interesados, revestidos de titulares efectistas, nos impongan un pensamiento único. Y hago una llamada a los profesionales de los medios de comunicación para que no se dejen embaucar por las noticias que se publican sin pasarlas por el tamiz de cuestionarlas y mirarlas con una cierta desconfianza, antes de darlas por válidas y pasar la apisonadora por encima de las personas que trabajamos y  luchamos día a día por la salud de nuestros pacientes. Desde nuestra perspectiva y nuestro criterio. Libre y tan válido como el de cualquiera.

Reivindicamos la libertad en todos los aspectos, y yo reivindico la libertad de elección del médico de la terapia que considera más beneficiosa para su paciente, y del paciente a la hora de decidir con qué tipo de terapia quiere tratarse. Como en cualquier parcela de la vida, elegimos libremente, y así debe seguir siendo. Elegimos coche, elegimos casa, elegimos la ropa que nos ponemos…. Está claro que hay que exigir unos estándares de calidad para poder elegir con garantías. Pero precisamente por eso veo tan contradictorio cerrar las puertas a la formación de los profesionales: muy al contrario, habría que abogar por una exquisita formación de los médicos que quieran optar por ejercer otro tipo de terapias, tanto en la medicina oficial como en aquella que consideren más cercana a su criterio. Y garantizar desde el Estado la investigación de calidad en otras alternativas a la sanidad operante, que las hay, y mucho menos costosas para las arcas públicas, y sobre todo, mucho más beneficiosas para nuestros pacientes.

Espero que al menos, mis palabras le hagan pensar. Gracias por su tiempo y por su atención. Un cordial y esperanzado saludo

 

Dra. Mª Jesús Galán Dueñas

Colegiado 4109943

 

 

Doctor Emilio Morales

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10 comentarios en “A QUIEN CORRESPONDA, DE LA DOCTORA MARÍA JESÚS GALÁN DUEÑAS

  1. Me ha encantado desde el principio hasta el 3 final de tu Nº de Colegiada. Por ponerte una pega lo único que no me gusta es el empleo de la palabra “alma” , que tienes unas connotaciones que no comparto. Pero eso entiendo que es pecata minuta , las ideas que transmites y tu concepción holística del ser humano y por ende del binomio enfermeda-salud.
    Bueno yo sigo defendiendo la homeopatía , como otra mas de las posibilidades curativas a nuesto alcance y lo hago desde una experiencia familiar de 23 años mas o menos dónde toda mi familia se ha tratado exclusivamente con homeopatía.Por eso dónde hay un Pseudoescéptico hablando de la “Hebidencia ” y pidiendo la prohibición de las medicinas alternativas ,le respondo y entre otrsa cosas le pido que me muestre los estudios que demuestran que sus medicamentos funcionan , jamás me han enseñado ninguno lo que ami parecer también demuestra que “ellos” también se mueven por creencias o fe. Estoy por suerte muy bien de salud desde hace unos años, básicamente creo que entre otros motivos por cambios importantes en la alimentación , pero no dude que si enfermara volvería aprobar con la ayuda de un homeópata antes de empezar a tomar medicamentos alopáticos. Un saludo y ánimo que la realidad siempre se impone o al menos eso quiero creer.

  2. Tengo la suerte de ser paciente de María Jesús, y a la vez amiga íntima de su hermana. Tal como cuenta en su carta, su hermana ha sido una gran deportista, una niña normal sin ningún tipo de secuela y con muy buena salud. Cuando la conocí no tenía ni idea de su caso y no me enteré de su historia hasta muchos años después de conocerla. Me fui enterando de retazos de la historia, y hasta hace poco no hilé toda la historia completa. No sabía si la cura de mi amiga había llevado a María Jesús a dedicarse a la homeopatía, o si ya, siendo homeópata, fue ella quién curó a su hermana. Con la carta que hoy he leído he podido enterarme por fin de la historia completa.

    María Jesús me ha tratado de muchas dolencias. Es una gran profesional, es totalmente cierto que está en continua formación. De una consulta suya siempre sales sabiendo más, conociéndote mejor. Es rara la vez que voy y no tiene alguna nueva herramienta que usar para hacer el mejor diagnóstico y tratamiento posible. Tener la sensación de que alguien puede ayudarte prácticamente en cualquier problema de salud que se te presente, da una sensación de tranquilidad que no había tenido hasta que empecé a tratarme con ella.

    Yo, como todo el mundo, quiero estar sana. Empecé tratarme con ella porque llevaba desde que nací sufriendo dermatitis atópica, y con la medicina alopática nunca había conseguido curarme. Cansada de sólo tapar el problema cuando tenía brotes más fuertes, que lo único que me hacían era aliviarme el picor y curarme el eccema durante unos días, me decidí a tratarme con homeopatía. Me di de plazo dos años, porque sé que esto es un proceso lento. Hace falta ir a la raiz para llegar al equilibrio. Actualmente llevo unos 5 años sin dermatitis.

    Estoy de acuerdo con ella en que detrás de esta caza de brujas hay intereses farmaceúticos, debido a la creciente demanda de medicinas alternativas por parte de los pacientes. Comparo, a los que no “creen” que esta medicina sea efectiva, con los que no creían que la tierra era redonda. Llegará el día en que podamos entender por qué unas dosis tan pequeñas (casi inexistentes) de un elemento nos puede curar.

    No debemos demonizar este tipo de medicina cada vez que salga un caso como el del chico italiano. ¿Dónde está el fallo en este caso, estará en ese médico homeópata, en los padres? ¿Cuántos casos parecidos pueden haber ocurrido usando la medicina tradicional? ¿Cuántos médicos has podido equivocarse en el diagnóstico? Sin embargo en estos casos no se le echa la culpa a la medicina.

    Afortunadamente, en la actualidad, tenemos muchas herramientas para curarnos, podemos optar en cada momento por la que consideremos más adecuada para mantenernos sanos. Hagamos un buen uso de ellas, creo que esa es la clave. Yo creo en estos dos tipos de medicina, y espero seguir usando las dos por mucho tiempo.

  3. Muy buena aportación para reflexionar sobre el panorama de la medicina actual en nuestro país.La salud en España es totalmente paternalista ,el monopolio de la salud está en manos de la medicina alópata y de las multinacionales farmaceúticas y tecnológicas .En la era de la información deberíamos ser libres en la elección del método,cada vez más personas se interesan por hábitos de vida saludables y las medicinas complementarias.Quiera el colectivo médico o no, la Medicina Integrativa es ya una realidad en la que nuestro país se tendrá que sumar.Así que mucho ánimo en vuestro camino que sin duda busca la sanción de las personas.

  4. “Yo soy médico homeópata. En ese orden.” Mal empiezas.

    “Afirmaciones extraordinarias precisan pruebas extraordinarias” y ningún defensor de la homeopatía aporta prueba alguna que supere el efecto placebo.

    Deberías informarte acerca de lo que significa el número de Avogadro, el significado real de esas disoluciones tan altas y lo que son los estudios científicos de doble o triple ciego.

    “Similia similibus Curentur” con esa afirmación tan gratuíta al periodista y divulgador científico Luis Alfonso Gámez se le ocurrió la brillante idea de lanzar una bola de naftalina a un pantano vasco (de donde se abastece el agua de boca) para lograr que ningún ciudano que la consuma tenga diarrea de por vida (el consumo de una bola de naftalina provoca una larga e incómoda diarrea).
    El principio de que ‘lo similar cura lo similar’, no tiene fundamento. La diabetes no se cura con azúcar.
    https://www.youtube.com/watch?v=-14kZO5XiIo
    https://www.youtube.com/watch?v=drPNYLVsGQM
    http://magonia.com/2015/12/03/el-archivo-del-misterio-la-homeopatia/
    http://www.quo.es/salud/homeopatia-funciona-no
    http://www.cienciahistorica.com/2015/01/04/homeopatia-la-historia-de-un-fraude/
    https://www.infolibre.es/noticias/opinion/2016/02/11/la_homeopatia_timo_44626_1023.html

    Y aquí los estudios que demuestran el fraude de la homeopatía:

    Por parte de la prestigiosa revista especializada The Lancet:
    http://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736%2805%2967177-2/abstract

    Un estudio encargado por el gobierno británico:
    https://www.publications.parliament.uk/pa/cm200910/cmselect/cmsctech/45/45.pdf

    Y, por último, un breve resumen de esta sinrazón a cargo de un grupo de divulgadores y científicos con sus enlaces correspondientes:

    https://lacienciaysusdemonios.com/10-razones-para-no-creer-en/10-razones-para-no-creer-en-la-homeopatia/

    Lo dicho, documéntate mejor…antes de hablar de confundir “experiencia personal” con rigurosos estudios científicos. De lo contrario, alguien puede iniciar una opinión con este encabezado:

    Yo soy médico chamán. En ese orden.

  5. Hola buenas noches soy Isabel Diaz Bonoso estoy diagnosticada de Artritis Reumatoide degenerativa. No podía andar ni ducharme ni valerme por mí misma para nada, ni siquiera para mi aseo personal más básico. He pasado diez a?os de mi vida del sofá a la cama y de la cama al sofá hasta que recordé al doctor Emilio Morales, médico homeópata de Sevilla, que cuando yo tenía unos veintidós años me curó de una depresión y ceguera (los ojos los tenía ulcerados). En aquel entonces fue mi salvación así que lo llamé y fui a verlo de nuevo. Ahora estoy de lo muerto a lo vivo, me siento persona, soy independiente y la expresión ¡ay ay ay ay ay! casi la tengo olvidada y antes era mi desahogo y mi angustia. Los médicos especialistas del seguro no se explican el cambio y me repiten las analíticas. No creen que sea por la homeopatía, pero no se explican la causa, así que me miran con cierta desconfianza. Me siento muy agradecida a la homeopatía y al doctor Morales. Cuando comento estas cosas con mis amigos, muchos no me creen. Yo les hablo de mí y de mi mala experiencia con los medicamentos tradicionales que quieren imponernos por narices. Esto lo conozco muy bien por familiares míos yo no sé qué tengo que hacer o puedo hacer para ayudar a que estos enfermos comprendan que lo único importante que tenemos es la salud y ninguno queremos estar malos. Si yo puedo hacer algo por la homeopatía y los médicos que os dedicáis a ella contad conmigo. Gracias de todo corazón por vuestra dedicación a los enfermos. Jamás os podemos recompensar. Un abrazo de todo corazón. Gracias.

  6. “Mal empiezas”; “deberías informarte”; “la diabetes no se cura con azúcar”, como prueba definitiva de que el principio de similitud “no tiene fundamento”; “documéntate mejor”; “antes de hablar de confundir (sic)”…
    Cuesta entender qué pinta este comentario aquí. Tan fuera de lugar. Tan irrespetuoso. Tan desconsiderado. Que transmite tanta ignorancia respecto a la teoría homeopática como es posible en quien se nutre exclusivamente (parece)de lo que otros dicen que otros cuentan que otros parece que hacen. Para no hablar de la práctica, que no interesa a quienes no les cuadra con la teoría, y, como saben, cuando la realidad no encaja con la teoría, peor para la realidad. Con la suprema soberbia de quien sabe que lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible. Con la (conjeturo) media sonrisa entre condescendiente y perdonavidas de quien tutea al conocimiento absoluto.
    Comentario tan sectario. Tan lejos de las reservas naturales del MEADO (Movimiento Escéptico Auto-Denominado y Organizado), donde sus pobladores se sienten a sus anchas desarrollando filias y fobias, descalificaciones y ofensas, presiones y acosos en libertad. Tan desubicados ambos en esta entrada, comentario y autor…
    La experiencia personal, profesional y vital de una médica con treinta y pico años de abnegado ejercicio contra enlaces a “un resumen a cargo de un grupo de divulgadores”. El intento de arrojar luz científica a la actividad de lo ultramolecular por parte de un premio nobel, en terribles condiciones de marginación profesional, contra la “brillante idea” de un periodista resentido, de arrojar naftalina a “un pantano vasco”. La opinión honrada de más de la mitad de la población, según encuestas, de la eficacia de un determinado método complementario contra el calificativo preferido para esas personas de todos estos mamporreros pseudo: “engañabobos”. Y así.
    Tan fuera de lugar. Cuesta, efectivamente, saber qué pinta este comentario aquí. Hasta que comprendes que PAPEL GANA A PIEDRA. Y el juego se ha acabado.
    ¡Con la piedra a otra parte!

    • Gracias Marino por tu apoyo y por tu respeto. No voy a responder a las descalificaciones que se hacen desde el desconocimiento y la soberbia de la necedad, porque estaría perdiendo tiempo que debo utilizar para mejores fines. Pero es de bien nacidos ser agradecidos, y para eso si saco un par de minutos. Un fuerte abrazo y seguiremos defendiendo aquello en lo que creemos y demostramos día a día en la clínica.

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