El hombre como objeto y sujeto de la ciencia

A)

El sujeto de la ciencia es obviamente el científico. Pero el concepto de científico ha cambiado a lo largo de la historia. Hasta determinados momentos la idea de científico fue unida a la de filósofo. Recordemos como la obra física  fundamental de Newton se titula Los principios matemáticos de la filosofía natural. La física es la filosofía de la naturaleza. Y recordemos como ya a principios del XIX la obra de Lamarck aparece como Filosofía zoológica.

Efectivamente, si nos remontamos a la Antigüedad el científico es un filósofo, es decir, alguien que está preocupado por el saber en bloque, por el saber en general. Y en este saber en general queda incluido lo que nosotros denominamos ciencia. Es el caso de Tales, de Pitágoras, de Platón, de Aristóteles…Si retrocedemos aún más a las civilizaciones egipcia y babilónica vemos como el saber ya identificable por nosotros como ciencia, que es la astronomía, está en manos de los sacerdotes, de los magos.

Pero ya en el siglo III  a.C. en la escuela de Alejandría empieza a producirse la especialización, empieza a haber una serie de autores que son científicos pero no filósofos. Queremos decir con eso que autores como los grandes matemáticos Euclides, Arquímedes y Apolonio, se ocupan de aspectos específicos del conocimiento desgajados del saber de la totalidad, que nosotros llamamos ya científicos,  y no se conoce que hayan escrito nada propiamente de filosofía.

Por otro lado vemos como entre la Grecia clásica y la escuela de Alejandría existen unas diferencias. En el primer contexto, en que filosofía y ciencia aparecen unidas, el saber se considera como pura teoría, como contemplación, como algo que es buscado por sí mismo, o que está de alguna manera ligado a la belleza. Es el concepto de saber en los pitagóricos, en Platón, en Aristóteles…. Sin embargo, en la escuela de Alejandría el conocimiento adquiere ya una finalidad más práctica, más de dominio de la técnica, de la naturaleza, de problemas, de fabricación de instrumentos. La ciencia de la escuela de Alejandría aparece particularmente ligada a la mecánica y a la construcción de artefactos.

Las ciencias efectivamente van desgajándose de una especie de tronco común, van especializándose y haciéndose autónomas. Y al mismo tiempo van matematizándose ? una de las corrientes de la historia ?.Por otro lado, al hablar del hombre como sujeto de la ciencia hemos de tener en cuenta también cómo el científico llega un momento en que vuelve a sentir un ansia de unificación. Y en contextos como los actuales encontramos la vuelta de una idea de interespecialización, de una idea de interdisciplinariedad, en la cual de alguna forma se produzca la  unión entre diferentes científicos. Y encontramos a autores que están a caballo entre diferentes puntos, al menos de la ciencia.

Por otro lado también encontramos que es en los momentos de crisis, en los momentos creativos, en los momentos en que aparece nueva ciencia,  cuando el científico vuelve a ser una especie de filósofo. Autores como Einstein, Heisenberg, Schroedinger, son poseedores de un conocimiento de la historia, incluso de la cultura griega. Y ese conocimiento hace fructificar el conocimiento científico. Es en los momentos de crisis cuando vuelve la preocupación por los fundamentos del saber, la preocupación por la filosofía. Es también en estos momentos de crisis cuando surge la pregunta de para qué la ciencia?  y la ética del científico.

Podemos plantearnos también aquí esos dos tipos de científicos que Kuhn ha definido o ha descrito cuando habla de ciencia normal y ciencia extraordinaria, ya que podría hablarse igualmente de científicos normales y científicos revolucionarios o simplemente más creativos. En el primer ámbito hay que hablar del científico de escuela,  del investigador en equipo, de esa labor pequeña, un poco de hormiga en que cada uno va poniendo un pequeño peldaño y se va desarrollando la teoría, de la cual no se suele dudar. Por otro lado el científico creativo, que suele funcionar fundamentalmente en momentos críticos, es el que de verdad se replantea teorías, métodos y objetivos, el que de verdad hace filosofía, por lo menos filosofía de la ciencia.

Efectivamente, es en los momentos de iniciación de una ciencia o de una nueva teoría, en los cambios de paradigma o en sus inicios cuando las figuras de científico y filósofo vuelven a unirse.

 B)

Autores como Foucault dirán que el hombre hace su aparición como objeto de la ciencia en el siglo XIX. Es cierto que en épocas anteriores existe saber acerca del hombre, pero el estudio sistemático se dará ahora con el advenimiento de las llamadas ciencias humanas. Se estudiará al hombre y a sus productos, es decir al hombre como parte de la naturaleza y al hombre como creador de cultura:  psicología, sociología, historia, etnología, economía, lingüística…. Pero el estudio del hombre comienza en la biología, catalogada aún como ciencia natural. Aquí el hombre es la cumbre del proceso evolutivo, y su comprensión pasa por la comprensión del proceso.

Surgen diferentes formas de entender y relacionar todos estos conocimientos. Y según se acentúen unos u otros aspectos tendremos diferentes visiones del hombre. Encontramos en esta época que llega hasta nuestros días,  que el hombre es tan pronto una máquina más o menos compleja, como una fórmula química, un juego de fuerzas en equilibrio, un reformador del entorno, un creador…

Existe la corriente que busca una cierta continuidad de toda la ciencia. Y existe la división tajante entre ciencias de la naturaleza y ciencias del espíritu.

La consideración de las llamadas ciencias de la cultura o del espíritu como algo radicalmente diferente ha servido para desarrollar métodos como el hermenéutico o interpretativo puesto al servicio de la comprensión. Este acto de comprensión es más profundo que el de explicación y en él interviene la totalidad de la persona del investigador y su experiencia vital. El hombre dotado de libertad y de conciencia no puede ser tratado, en nombre de la objetividad científica, como si de una cosa se tratase. Un autor como Ronald Laing nos dirá que la psiquiatría tradicional despersonaliza al enfermo que sufre precisamente por no sentirse persona. En la ciencia del hombre sujeto y objeto están  entrelazados.

Los partidarios de la continuidad entre las  ciencias no pueden ser metidos todos en la misma clase pues sus posturas difieren grandemente. El hecho de que la mayor parte de ellos procedan de la ciencia natural no puede llevar a identificarlos como positivistas lógicos, grupo al que sólo algunos pertenecen. Son los positivistas los que defienden la unidad de la ciencia y el ideal de reducción de todas las teorías y sus conceptos a la física mediante el análisis lógico. Son ellos también, salvo excepciones, los creyentes en una objetividad desligada del sujeto y de sus expectativas.

En el extremo más alejado quizás de la postura no rupturista tenemos a Piaget , en quien sujeto y objeto se hallan siempre entrelazados ya que el objeto no se conoce sino a través de las estructuras mentales de un sujeto, y éstas se han construido a partir de la acción sobre el objeto. Por otro lado es imposible reducir el conocimiento científico a un esquema único, pues cada ciencia tiene sus métodos específicos. No tiene sentido acusar de falta de cientificidad a un saber porque no usa los mismos métodos que otro. Es preciso distinguir entre método específico y esa metodología lógica básica que es común no solo a toda ciencia sino a todo discurso racional.  La unidad de la ciencia es sustituida por el círculo de las ciencias, ya que de alguna forma se inter?explican. 

La biología, aunque considerada comúnmente como ciencia natural, es en parte ciencia del hombre por lo que se dan en ella agudos conflictos. La idea positivista de reducción a la físico?química, contestada primero por el vitalismo y luego por el organicismo, ha sido retomada como posibilidad por Piaget aunque completamente transformada. Esta relación no debe conducir en modo alguno “a suprimir los caracteres de lo vital, sino a enriquecer lo físico?químico con un conjunto de nuevos caracteres”. Ello pasaría por “la transformación de las leyes físico?químicas actuales en leyes ‘más generales’…..más ricas y aptas para explicar al mismo tiempo las diferencias y las analogías entre lo inorgánico y lo vital”. ( Piaget, Introducción a la epistemología genética. 3) El pensamiento biológico, psicológico y sociológico.  pag. 274).

En efecto, aunque el conocimiento biológico tiene muchos aspectos, pudiéndose considerar una parte más abarcable por la físico?química como la fisiología, y otras mucho más problemáticas como el aspecto “político” de la lucha por la supervivencia, o el constructivo de la adaptación en relación con las mutaciones, podría imaginarse una física que diese razón de alguna forma de todo ello, ocupándose de las fuerzas y energías que actúan en ese plano. Los conceptos de fuerza y energía  que el físico maneja diariamente deberán probablemente acceder a un nivel más alto de generalidad para acoger a las fuerzas y energías de lo vital.

Carmen Hernández Martín

 

 

 

 

Bibliografía

 

Ayer, A.J. El positivismo lógico.  Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1965.

Dilthey, W. Introducción a las ciencias del espíritu. Ed. Alianza, Madrid, 1980.

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Gadamer, H.G. Verdad y método. Ed. Sígueme, Salamanca,1977.

García del Pozo, R. Michel Foucault : un arqueólogo del humanismo.  Ed. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1988.

Habermas, J. La lógica de las ciencias sociales. Ed. Tecnos, Madrid, 1988.

Laing, R. El yo dividido.  Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1964.

Mardones, J.M.  Filosofía de las ciencias humanas y sociales.  Ed. Anthropos, Barcelona, 1991.

Nagel, E. La estructura de la ciencia. Ed. Paidos, Buenos Aires, 1974.

Piaget, J. Introducción a la epistemología genética. 3 vols.  Ed. Paidos, Buenos Aires, 1979.

Wright, C.H. von  Explicación y comprensión. Ed. Alianza, Madrid 

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