La agravación en homeopatía. Distintos tipos.

Autora: doctora María Luisa Rey Guerreiro

 

 

S U M A R I O

1- OBJETIVOS

2- CONCEPTO DE AGRAVACIÓN EN HOMEOPATÍA

3- LA PRESCRIPCIÓN EN HOMEOPATÍA

4- AGRAVACIÓN HOMEOPÁTICA: CONDICIONES EN QUE SE PRODUCE. TIPOS. CASOS DE AGRAVACIÓN SEGÚN KENT

a) La agravación durante un tratamiento ortodoxamente homeopático

b) La agravación durante un tratamiento no ortodoxo

c) La agravación tras la administración de un remedio no exactamente  homeopático

d) Casos de agravación según Kent

5- RESUMEN Y CONCLUSIONES

6- BIBLIOGRAFÍA

1- OBJETIVOS

Una de las preocupaciones del homeópata e incluso de algunos pacientes, que por este motivo quizá no lo serán de uno de nosotros, es ésta de las agravaciones que se atribuyen al tratamiento homeopático, con el cual esperamos la mejoría del paciente. Si ésta no se produce o, aun produciéndose, hay un empeoramiento, el médico ha de tomar decisiones: esperar, repetir el remedio, cambiarlo o, si es preciso, dar un antídoto. De ahí la importancia de las agravaciones.

Médicos homeópatas de probada solvencia y larga experiencia clínica afirman que de ninguna manera está justificada tal preocupación que, aunque frecuente, carece de relevancia, duración e intensidad: “La mayor parte de las veces el agravamiento homeopático suele ser de corta duración y de poca intensidad, en algunos es tan breve y tan suave que pasa completamente desapercibido”.[1] Y continúa el autor unas líneas más abajo: “a veces sencillamente no hay agravamiento”.[2] Así pues este trabajo pretende aclarar el concepto de agravación en homeopatía y estudiar en qué casos tiene lugar, es decir, con qué tipos de agravación nos podemos encontrar, así como la importancia de la prescripción al respecto, todo lo cual será nuestra guía para la toma de decisiones.

2- CONCEPTO DE AGRAVACIÓN EN HOMEOPATÍA

“agravación o agravamiento: (de agravar). Empeoramiento o exacerbación en una enfermedad”, nos dice el Diccionario Terminológico de Ciencias Médicas, de la editorial Masson.[3] Según este mismo diccionario, “enfermedad: Pérdida de la salud. Alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo, de etiología en general conocida, que se manifiesta por síntomas y signos característicos y cuya evolución es más o menos previsible”.[4]

Coincidimos casi totalmente con el concepto de agravación que el susodicho diccionario nos proporciona, pero el concepto homeopático de enfermedad, aun participando de la misma, difiere básicamente de esta definición.[5] En homeopatía se considera la enfermedad como una perturbación dinámica consistente en el desequilibrio de la fuerza vital. En la reciente traducción al español de la primera edición del Órganon, leemos: “La alteración invisible en el interior, junto con la alteración visible del estado de salud (la suma de los síntomas) constituyen juntos lo que se llama enfermedad: ambos son realmente la enfermedad”.[6] La reiteración de Hahnemann en sus escritos, muy especialmente en las diferentes ediciones del Órganon, no nos deja lugar a dudas: la enfermedad invisible, dinámica, conceptual, está representada única y exclusivamente por síntomas visibles. Así pues en el concepto homeopático, la agravación no puede sino concernir a los síntomas. Pero, como veremos, no siempre que los síntomas se agravan, se agrava la enfermedad; es más, normalmente ha mejorado el estado dinámico del paciente. He aquí la diferencia con el concepto de agravación que la lexicología médica al uso nos proporciona.

Emilio Morales en La Magia de la Homeopatía nos aclara el concepto y, a la vez, el motivo por el cual este fenómeno se produce: “Ante cualquier enfermedad el organismo reacciona y esa reacción es un intento curativo, pero si no se logra la curación por las simple fuerzas naturales se debe a que dichas fuerzas naturales no son aplicadas debidamente, el intento de curación resulta ineficaz […]. Pero un buen día aplicamos un tratamiento cuya virtud consiste en organizar tales fuerzas. ¿Qué ocurrirá entonces? Esas fuerzas vitales, armonizadas, intensificarán el ataque contra la enfermedad y entonces, durante algún tiempo los síntomas reactivos, que no son sino la lucha contra la enfermedad, se harán más intensos, e incluso es posible que síntomas que hace tiempo habían desaparecido agotados en aquella guerra sin final contra la enfermedad, recuperen vigencia y aparezcan de nuevo para tomar parte en la batalla por la curación. A estos síntomas que aparecen en los primeros días o semanas del tratamiento los llamamos agravamiento homeopático, y de la explicación dada se deduce fácilmente que deban ser considerados como un signo de buen pronóstico […] el proceso de curación ha comenzado”.[7] Y continúa: el agravamiento propiamente homeopático […] consiste en el aumento de intensidad de alguno de los síntomas ya existentes o en la reaparición de síntomas que el paciente había padecido con anterioridad.[8]

Es decir, cuando hablamos de agravación en homeopatía, nos referimos al empeoramiento producido durante un tratamiento homeopático. Pero no hemos de olvidar que la homeopaticidad[9] de la prescripción depende de una correcta jerarquización de los síntomas; es decir, que unos son más importantes que otros a la hora de prescribir.[10] De la pericia del médico en su elección, dependerá la recuperación de la salud de su paciente. Y de la misma manera que Hahnemann nos habla de las acciones primaria y secundaria de los medicamentos,[11] el médico homeópata diferenciará qué síntomas representan las acciones primaria y secundaria de la noxa; o por mejor decir, diferenciará los síntomas primarios de los secundarios, puesto que estos últimos son la reacción que la dynamis opone a la enfermedad en su, casi siempre, incompleto intento de curar.[12] Desde este punto de vista, los síntomas secundarios son sus aliados en la consecución de la salud de su paciente. De ahí los diferentes significados que la agravación de unos y otros síntomas puedan tener.

3- LA PRESCRIPCIÓN EN HOMEOPATÍA

Lo arriba expuesto nos da una idea de la importancia que la selección del remedio tiene para la agravación o no de los síntomas/enfermedad, y de sus características si ésta se produce. Haré pues un breve apunte sobre la prescripción, sólo en la medida en que nos sirva para centrar el tema que nos ocupa: la agravación.

Lo que el médico, en el ejercicio de su misión,[13] trata es de curar ese desequilibrio de la dynamis que toda enfermedad viene a ser,[14] y además curar de una manera “rápida, suave y duradera”.[15] La segunda de las cualidades de una curación homeopática según el alto ideal propuesto por Hahnemann es la que en este trabajo cuestionamos.

Son los síntomas en su totalidad, la única guía de la prescripción.[16] No obstante, aunque Hahnemann habla de esa totalidad sintomática, da importancia capital a los síntomas del psiquismo e introduce la idea de los “síntomas característicos”, que se convertirán en los únicos a tener en cuenta para la elección del remedio con desprecio del resto.[17] Emilio Morales nos explica esa aparente indeterminación de Hahnemann por “el hecho de que el proceso morboso es un fenómeno homogéneo que, aun generando distintas manifestaciones, refleja en todo momento una y sólo una realidad, a saber, el desequilibrio de la dynamis, y que por consiguiente, cualquiera que sea el grupo de síntomas que podamos obtener en la consulta médica, en relación con un caso morboso determinado, nos estará hablando del mismo proceso e indicarán el mismo remedio con tal de que, a la hora de jerarquizar esos síntomas, sigamos los criterios adecuados”.[18]La diferenciación de los síntomas en primarios y secundarios –continúa este autor- lleva inmediatamente a la diferenciación del tratamiento según cuáles sean los síntomas que se toman como referentes en aplicación del principio de semejanza; así un tratamiento que cubra por semejanza los primarios será homeopático (y por lo tanto, de acuerdo a Hahnemann, curativo) mientras que lo contrario, un tratamiento administrado por semejanza a los síntomas secundarios (siendo los tales opuestos a los primarios) resultará enantiopático al caso y por consiguiente tan sólo paliativo”.[19]Los síntomas secundarios (reactivos) de la enfermedad –nos dice más adelante-, eficaces o no, no son la enfermedad sino precisamente la reacción que el organismo opone a la misma. Su tratamiento debe estar contraindicado”.[20]

Parece meridianamente claro que, si la misión del médico es curar, la ley de semejanza se aplicará teniendo como guía los síntomas primarios; el tratamiento elegido por semejanza con los síntomas reactivos sería enantiopático o paliativo,[21] que únicamente justifica Hahnemann “en los casos más urgentes cuando la amenaza de muerte es inminente y no da tiempo para la acción de un remedio homeopático”.[22] La prescripción homeopática será pues la que hagamos para la enfermedad y no, para la reacción que se le opone. Además el médico tendrá en cuenta cuál es el marco de su prescripción. El grupo de síntomas a elegir será diferente según se prescriba para una enfermedad aguda, para una crónica, para la agudización de una enfermedad crónica, etc.

En su libro Fundamentos de Nosología Homeopática, Emilio Morales realiza un trabajo enormemente clarificador en la definición del marco de la prescripción. Afianza el criterio diferenciador entre síntomas primarios y secundarios y nos ilustra acerca los síntomas remanentes, los cuales se corresponden con las llamadas enfermedades remanentes o primarias, al socaire de las cuales prosperan las secundarias. No obstante, admite que “no hay medio de distinguir a priori en todas las ocasiones cuando se trata de una enfermedad idiopática y cuándo de una secundaria, en este terreno queda todavía mucho trabajo por hacer, trabajo de observación clínica que sólo es posible cuando se sabe lo que se busca, y que por supuesto es lento y laborioso”.[23]

Finalmente, en una correcta prescripción se ha de cuidar la no repetición frecuente del remedio homeopático a una misma potencia.

 4- AGRAVACIÓN HOMEOPÁTICA: CONDICIONES EN QUE SE PRODUCE. TIPOS. CASOS DE AGRAVACIÓN SEGÚN KENT

a) La agravación durante un tratamiento ortodoxamente homeopático

En rigor podemos afirmar que un remedio homeopático no produce agravación; dicho de otro modo, si ésta se produce nunca es debido a un remedio que verdaderamente lo sea. Bien es verdad que tan taxativa afirmación sólo podemos hacerla en lo que se refiere al agravamiento de la enfermedad debido a un remedio seleccionado por semejanza con los síntomas que mejor la representan, es decir, con los síntomas primarios: “Si la contraimagen de la enfermedad, constituida por la lista de síntomas del remedio considerado como el más adecuado, contiene, en el mayor número y con la mayor semejanza, estos síntomas llamativos y característicos de la enfermedad que debe ser curada, entonces esta medicina proporciona la contraenfermedad artificial más apta para este caso de enfermedad, y es, en pocas palabras, el remedio específico. La enfermedad será eliminada y extinguida sin ningún trastorno (a menudo incluso dentro del período de acción de la primera dosis).[24] La enfermedad no se agrava si el remedio es homeopático, en todo caso, como ya hemos visto, algunos de sus síntomas.

Si Hahnemann nos habla de agravación en numerosas ocasiones, las refiere, en su mayoría, a los casos en que se administra un remedio paliativo. Sin embargo, admite en pacientes sensibles para quienes ha sido seleccionado el remedio con un riguroso criterio semiológico, alguna ligera agravación en su estado de salud: “No obstante –advierte-, no existe aún remedio homeopático, por bien elegido que esté, que no pueda, en el curso de su acción sobre un paciente muy sensible y excitable, causar al menos una desacostumbrada perturbación, un pequeño síntoma nuevo, probablemente muy insignificante”.[25] A no ser en sujetos hipersensibles,[26] no aparecerán síntomas del medicamento si previamente no estaban en el paciente aunque éste no los hubiera experimentado.[27] En referencia a esta misma sensibilidad Emilio Morales afirma: “En ocasiones pueden observarse también síntomas que no existían en el momento de la consulta y que el paciente no recuerda haber padecido jamás […]. Si han aparecido después de un tratamiento ortodoxo, es decir, después de tomar una dosis de un medicamento en dilución infinitesimal, esto significa que el paciente es muy susceptible al medicamento”.[28]

”Con todo –continúa Hahnemann en lo que a las enfermedades agudas se refiere- ocasiona usualmente, por así decir, una ligera agravación del estado del paciente en la primera hora o dos horas después de su administración. Esta agravación recuerda tan exactamente la enfermedad original que al paciente le parece que se trata de un verdadero empeoramiento de sus síntomas; pero en realidad no es más que el principio de una enfermedad, de una verdadera enfermedad medicinal artificial, algo más poderosa que la enfermedad original. Esta ligera agravación homeopática durante las primeras horas (que es, de hecho, un signo pronóstico muy bueno de que la enfermedad aguda probablemente ceda a la primera dosis) es perfectamente adecuada, dado que la enfermedad medicamentosa debe ser algo más fuerte que la natural si tiene que superarla o extinguirla”.[29] Llama a esta agravación: una exaltación de los síntomas medicamentosos sobre sus análogos síntomas morbosos”.[30]

 Relaciona Hahnemann muchas de estas agravaciones con la dosis,[31] que para las enfermedades crónicas nunca le parecen demasiado débiles:[32] “Mientras más pequeña sea la dosis del remedio homeopático menor será esta agravación aparente de los síntomas que se presentan en las primeras horas”.[33] En el caso de enfermedades de larga duración –leemos en la sexta edición del Órganon-, si la dosis es lo suficientemente pequeña y modificada gradualmente, las agravaciones no tienen por qué aparecer sino al final del tratamiento.[34] La preocupación de Hahnemann por ajustar las dosis[35] le lleva a proponer el método plus[36] así como la escala cincuentamilesimal.[37]

Y también en relación a las enfermedades crónicas, nos dice que si después de prescribir el remedio mejor seleccionado, a la dosis necesaria y en un grado de conveniente dinamización, reaparecen síntomas que ya han existido en los quince días, semanas o incluso meses anteriores, no es sino una simple excitación homeopática, producida por el remedio, que ha penetrado profundamente y que será más eficaz en el futuro. El médico debe esperar que el medicamento agote su acción.[38]

“Lo que menos debe inquietarnos –continúa- es que los síntomas ordinarios se exasperan bajo la acción de los remedios antipsóricos, reapareciendo sobre todo, durante los primeros días manifestándose todavía en los días siguientes, terminando por volverse más y más raros. Esta agravación, que puede llamarse homeopática, constituye una prueba del comienzo de la curación”.[39]

La mejoría puede ir seguida de agravación sin que, aunque nos los pueda parecer, por ello se retroceda en el camino de la curación. Abundando en la necesidad de dar tiempo suficiente para que el remedio agote su acción, nos dice: “Pero una vez que un medicamento, cuya elección homeopática ha sido bien hecha, obra de una manera eficaz y ventajosa, de lo que se puede estar convencido al octavo o décimo día, pudiendo ejercer esto en un momento o en medio día, cuando los síntomas se agravan, homeopáticamente, los resultados favorables no son destruidos por esta agravación, pero pueden, en enfermedades muy crónicas, aparecer con toda evidencia solamente después de veinticuatro o treinta días. En casos semejantes, la dosis no desarrolla completamente su acción saludable, más que hasta los cuarenta o cincuenta días, lapso, antes del cual, sería absurdo y contrario a los intereses del enfermo administrar un nuevo medicamento”.[40] Y mejoría seguida de agravación sería la agravación final de la que nos hablaba en los §§ 161 y 280.[41]

Sin embargo, otros síntomas pueden aparecer durante un tratamiento homeopático ortodoxo sin que, en rigor, se puedan considerar agravamiento. Se trata de los síntomas exonerativos, que “no representan un agravamiento sino más bien una mejoría, y no son de ningún modo pasajeros como los síntomas de agravamiento”, como es el caso de la aparición de un eccema tras los síntomas reactivos (tos, secreción bronquial, broncoespasmos, etc.) promovidos por un tratamiento homeopático en un paciente que padece bronquitis asmatiforme. El eccema, aunque exonera al broncoespasmo, no es un mecanismo de lucha contra el mismo.[42] De la misma manera tampoco las agravaciones inespecíficas, como dolor de cabeza, somnolencia y aumento del apetito, son propiamente agravaciones homeopáticas, porque se trata de síntomas idénticos en todos los casos y no dependen del medicamento, aunque pueden ocurrir, como en el caso anterior, durante un tratamiento homeopático.[43]

b) Agravación durante un tratamiento no ortodoxo

Hahnemann hace un repaso del método paliativo (“contraria contrariis”) que desde Galeno se ha venido utilizado en medicina.[44] “Todo observador atento –nos dice– estará de acuerdo con que, luego de la breve mejoría antipática, ha sucedido una agravación en todos los casos y sin excepción”.[45] Y continúa: “Jamás se ha tratado a síntomas importantes de enfermedades persistentes mediante remedios antagónicos paliativos sin que se presentara pocas horas después el estado opuesto, una recaída, una verdadera agravación evidente de la enfermedad”.[46]

Pero la utilización del método paliativo no ocurre solamente en las prácticas alopáticas. Si se prescribe un remedio homeopático por semejanza con los síntomas reactivos, si el marco de la prescripción está equivocado eligiendo un grupo de síntomas inadecuado, o bien erramos en la posología repitiendo reiteradamente la misma potencia, estaremos también incurriendo en error.

A propósito del uso del opio para aliviar el dolor, se nos advierte en el Órganon cómo en un primer momento lo alivia por haberlo neutralizado dinámicamente, pero que “no puede ocupar en el organismo el lugar del deterioro mórbido natural que está afectando al principio vital”.[47] Emilio Morales, al diferenciar los síntomas primarios de los reactivos, se fija en la apreciación de Hahnemann poniéndonos sobre la pista:”Tras la lectura del § 69 sólo nos resta reflexionar cómo deberíamos llamar a un tratamiento homeopático elegido por semejanza con los síntomas reactivos, y hemos de coincidir con Hahnemann en el hecho de que semejante tratamiento sería enantiopático o paliativo con lo que estaríamos incurriendo precisamente en lo contrario de lo que pretendemos hacer”.[48] No son los síntomas reactivos lo que hemos de curar, sino la enfermedad. Este autor nos da dos razones por las que este tipo de tratamiento debe estar contraindicado: “en primer lugar si la enfermedad desaparece, los síntomas reactivos, ya innecesarios, desaparecerán por sí solos de modo que su tratamiento sería ocioso, y en segundo lugar, si no logramos curar la enfermedad o en tanto esto no ocurra, esos síntomas, aunque imperfectamente, se oponen a ella. Si los eliminamos reaparecerán, y si el paciente carece de energía suficiente para hacerlos reaparecer, entonces su situación dinámica tenderá a empeorar, su enfermedad se volverá más grave. A tal efecto lo llamamos en homeopatía supresión”.[49]

Nuevamente Hahnemann incide sobre los errores en la dosis: “Pero si la exasperación de los síntomas primitivos es tan considerable, o más considerable después de algunos días que en los primeros momentos, esto constituye una prueba de que el remedio antipsórico, aun perfectamente homeopático,[50] ha sido dado en dosis demasiado fuerte”. Estos síntomas aparecen dentro de los dieciséis, dieciocho o veinte días de la acción del remedio y considera que se debe interrumpir la acción del remedio con un antídoto u otro antipsórico adecuado a dosis muy débil, antes de repetir el mismo remedio, a dosis menos fuerte e infinitamente menos diluido, que únicamente había dañado por exceso de energía. Propone esta intervención porque teme que no se logre la curación, sino que la acción demasiado violenta del remedio desarrolle nuevos síntomas patogenésicos sin relación con la enfermedad natural, creando una enfermedad “análoga, más intensa y más grave, sin que por esto haya sido destruida la anterior y primitiva enfermedad”.[51] Afirmación que parece contradecir su propia opinión manifestada en la primera edición del Órganon: “en el cuerpo humano solamente puede existir una enfermedad a la vez, y, por consiguiente, una enfermedad debe ceder por completo a la otra”;[52] bien es verdad que en ésta aún no había elaborado su doctrina miasmática. Asimismo, tal vez por la misma razón, vislumbro cierto desacuerdo con lo que, en cita arriba consignada, nos decía Emilio Morales acerca de la homogeneidad del proceso morboso[53] y que, por similitud, podría aplicarse al “proceso medicamentoso”. Si a ello añadimos que la “enfermedad artificial” es más fuerte, necesariamente estaríamos en el camino de la curación, pese a la dosis; o más bien pienso que se ha errado en la aplicación de la ley de semejanza o en el marco de la prescripción.

En referencia a los síntomas nuevos y error en la posología, que a fin de cuentas está también relacionado con la cantidad de medicamento, detecta Emilio Morales en La Magia de la Homeopatía: “”En tratamientos no ortodoxos, con repetición frecuente de la misma potencia, la aparición de síntomas del medicamento, las cosas tienen un cariz ligeramente distinto:[54] se está produciendo una patogenesia en toda regla […]. Se debe suspender inmediatamente el tratamiento y si el caso lo requiere antidotar.” [55]

Y de error en la selección del remedio ya nos hablaba Hahnemann, en su tratado sobre las enfermedades crónicas, cuando aparecen serios “síntomas que jamás han existido”. Para resolver, recomienda un antídoto u otro remedio que cubra el nuevo cuadro sintomático.[56] Lo que entra en desacuerdo con la siguiente afirmación: “Sin embargo, cuando los accidentes primitivos no reaparecen, sino que estallan nuevos síntomas graves, debe verse en esta exacerbación momentáneo un efecto homeopático que favorece la curación, bien lejos de constituir un obstáculo, es decir, como una simple repetición de los ataques que el remedio está enderezando contra el padecimiento mismo”.[57] Si estos síntomas nuevos revisten una menor gravedad y sólo pertenecen al remedio sólo cabe esperar a que desaparezcan.[58]

c) La agravación durante un tratamiento no exactamente homeopático

Aunque tal vez correspondan más al apartado anterior, por la forma especial en que Hahnemann las presenta, haré mención aparte de otras posibles agravaciones que atribuye al escaso número de medicinas probadas en ese momento, lo cual impedía la exacta homeopaticidad de la prescripción.[59] De la misma manera, encuentra otra dificultad en aquellas enfermedades que presentan pocos síntomas, enfermedades incompletas (unilaterales)[60], entre las que las que ocupa un lugar importante las perturbaciones locales.[61]

 d) Casos de agravación según Kent

Por su gran interés en este tema, haré un resumen lo más breve posible de la aportación de Kent al respecto. A la agravación dedicó un capítulo completo en su Filosofía Homeopática [62] y varias de sus observaciones clínicas de intención pronóstica. Exceptuando las enfermedades agudas, en cierto sentido, consideraba que la agravación era un paso sine qua non en el proceso de la curación homeopática.[63] Corrobora lo dicho por Hahnemann, incluyendo la cuestión de las dosis: al igual que el Hahnemann de la sexta edición, considera que no son las dosis que más se alejen de la sustancia en bruto, las altas potencias, las que empeoran a los enfermos, sino las repeticiones innecesarias.[64]la potencia trigésima –afirma- es lo suficientemente baja para empezar el tratamiento de cualquier enfermedad agua o crónica, pero dónde está el límite no hay norma que lo pueda saber”.[65] “La similaridad del remedio es lo primero, y la dosis lo segundo – nos dice.[66]

Pero incide especialmente en el daño estructural de los órganos y en el estado dinámico del paciente aludiendo constantemente a la curabilidad o incurabilidad del enfermo en cuestión. Da importancia a la diferenciación entre enfermedad aguda y enfermedad crónica, pero más, a la afectación orgánica[67] y al estado energético del sujeto.[68]

Rara vez –nos dice- en las enfermedades agudas veremos agravación, a menos que sean muy graves, pues no han tenido tiempo de afectar profundamente la economía. Sí en cambio en las crónicas que han progresado mucho y hay profundos cambios en los tejidos.[69] Si éstos no se han producido, tanto si en las agudas como en las crónicas, se puede esperar que el remedio cure al paciente sin ninguna agravación seria.

Tal vez se produzca una exacerbación de los síntomas que no es sino el establecimiento del remedio como una nueva enfermedad en la economía, una enfermedad artificial, medicamentosa, similar y más fuerte que la enfermedad natural. Su significado es diferente a la reacción de la fuerza vital que corresponde al proceso de limpieza en el caso de una profunda condición séptica o de daños estructurales.

Los remedios –dice- agravan o mejoran y considera que la agravación puede ser de dos clases:

  • agravación de la enfermedad, en cuyo caso el paciente se siente peor o
  • agravación de los síntomas, en la que mejora el paciente.

“Pero la agravación verdaderamente homeopática –añade- es aquella en que empeoran los síntomas del paciente, mientras que a pesar de ella el paciente se siente mejor […] Yo os digo que la agravación es verdaderamente homeopática cuando los síntomas están agravados, pero el paciente os dice: “Yo me siento mejor”. Continúa privilegiando los síntomas del psiquismo según las enseñanzas del propio Hahnemann.[70] Y nos advierte que no es sólo la opinión del enfermo sino que debe estar corroborada por los síntomas, y que son éstos los que nos avisarán de la profundidad de los cambios.[71]

Después de estas observaciones de carácter general, continúa con otras doce sobre su experiencia clínica que incluye en el capítulo acerca del pronóstico y que me propongo resumir:

* En general, podríamos decir que es signo de buen pronóstico que una agravación preceda a la mejoría como son los casos de las observaciones

SEGUNDA: Después de persistente agravación, lenta mejoría,[72]

TERCERA: Agravación rápida, corta y fuerte, seguida de rápida mejoría del enfermo[73] y

UNDÉCIMA: cuando se ven reaparecer viejos síntomas,[74] sobre todo si el empeoramiento es corto como en la tercera.

La PRIMERA observación: Una prolongada agravación y aniquilamiento final del enfermo sería la excepción por el gran deterioro orgánico.[75]

* Por el contrario, son enormemente decepcionantes los casos en que la mejoría precede al empeoramiento: observaciones

QUINTA: La mejoría viene primero y la agravación sigue después, [76]

SEXTA: alivio demasiado corto de los síntomas [77] y

SÉPTIMA: Una total mejoría de los síntomas, pero sin particular alivio del enfermo,[78] en las que el remedio actúa como paliativo.

* Los casos que corresponden a las observaciones

CUARTA: no se presenta absolutamente agravación de ninguna clase -restablecimiento del enfermo sin ninguna agravación-[79] y

UNDÉCIMA: cuando se ven reaparecer viejos síntomas[80] son sin duda las que todos desearíamos encontrar, sobre todo la cuarta, que en sentido estricto no debería haber incluido puesto que no existe agravación. Podríamos también “apuntarnos” a la tercera…

* Además de la patogenesia que se describe en la

NOVENA: acción de las medicinas sobre los experimentadores, observación y que tampoco pertenece a nuestro tema,[81] podríamos considerar verdaderas experimentaciones los casos correspondientes a las observaciones

OCTAVA: Algunos enfermos comprueban o reexperimentan los remedios que se les prescriben[82] y

DÉCIMA: los nuevos síntomas que aparecen después de tomar el remedio[83]. La primera de las cuales por no ajustar la potencia a sujetos tan sensibles y la segunda por error de similitud.

 * Pero el error que debemos a toda costa evitar es el que corresponde a la

DUODÉCIMA observación: los síntomas toman una dirección equivocada[84] en el que hemos hecho la clásica supresión poniendo en riesgo la salud o la vida de nuestro paciente.

5- RESUMEN Y CONCLUSIONES

1-No debemos confundir agravación homeopática y agravación en homeopatía. La primera es aquella que conduce a la curación después de la administración de un remedio homeopático. Las agravaciones en homeopatía, incluyen obviamente a las anteriores y además, cualesquiera que se den fuera de estas condiciones, bien por un error de prescripción, bien por un importante daño estructural o un grave deterioro de la energía vital.

2-Un remedio seleccionado por semejanza con los síntomas primarios pertenecientes al adecuado marco de prescripción no produce agravación de la enfermedad, sino de algunos de sus síntomas bajo algunas circunstancias. Es lo que llamamos agravación homeopática.

3-Si el remedio está seleccionado por semejanza con los síntomas primarios y en el adecuado marco de prescripción, cualquier agravación que sobrevenga conducirá a la curación del sujeto

4-La agravación homeopática puede ocurrir en algunos casos. Veamos:

a) en pacientes hipersensibles y excitables puede aparecer algún leve síntoma; pero no aparecerán síntomas del remedio si previamente no estuvieran en el paciente;

b) en la enfermedades agudas, durante las primeras horas se puede producir una                                                                                                                                    ligera agravación, a modo de enfermedad medicinal artificial más poderosa a la que acabará por extinguir en poco tiempo; su intensidad estaría relacionada con la dosis;

c) en las enfermedades crónicas, en altas potencias y dinamizadas gradualmente (suficientemente pequeñas y modificadas gradualmente), la agravación puede producirse en los primeros días / semanas o bien al final del tratamiento.

d) una agravación clara e inmediata de los síntomas presentes en el momento de la consulta seguida de una progresiva mejoría, así como la reaparición de antiguos síntomas es signo de curación.

e) Un remedio paliativo seleccionado por semejanza con síntomas reactivos, mejorándolos o suprimiéndolos produce agravación de la enfermedad. A esto lo denominamos supresión. El remedio paliativo, se considera, por consiguiente, una mala praxis homeopática, peor que la prescripción de un remedio sin similitud alguna. Se acepta únicamente en casos en que la extrema gravedad de los síntomas pongan en riesgo la vida del paciente.

f) En pacientes hipersensibles pueden aparecer síntomas nuevos pertenecientes al remedio, lo cual explica las experimentaciones homeopáticas o patogenesias hechas en personas sanas.

En cualquier agravación que se produzca son los síntomas, sobre todo los del psiquismo, los que nos deben guiar en nuestra toma de decisiones.

En los textos clásicos se percibe un temor a errar en las dosis que no tienen hoy los clínicos de larga experiencia, los cuales coinciden únicamente en la necesidad de no repetir la misma potencia en un corto intervalo de tiempo al prescribir un remedio.

No se debe confundir agravaciones homeopáticas con las exoneraciones o las agravaciones inespecíficas, por los motivos explicados.

Las decisiones del médico dependerán de cada caso:

  1. cuando se ha hecho una prescripción con un criterio riguroso, se debe esperar a que el remedio agote su acción antes de una nueva prescripción;
  2. cuando pacientes hipersensibles que ha hecho una patogenesia no buscada así como en casos de supresión, antidotar y/o suspender el tratamiento;
  3. en algunas supresiones se puede también prescribir un otro remedio que cubra el nuevo cuadro;
  4. mejorar los emuntorios y continuar el tratamiento en caso de exoneración.

Finalmente, en mi opinión de paciente y homeópata sin experiencia clínica, no está justificado el temor a las agravaciones en homeopatía, porque, si se producen, por lo general son leves. Las más graves son las supresiones y los clínicos son muy conscientes de su gravedad por lo que rara vez incurren en el error.

María Luisa Rey Guerreiro

Doctor Emilio Morales

 

 6- BIBLIOGRAFÍA

HAHNEMANN, S., Doctrina y Tratamiento Homeopático de las Enfermedades Crónicas. Ed. Albatros, Buenos Aires 1986.

HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Trad. Emilio Morales Prado y Juan Pablo Larreta Zulategui. Ed. Mínima. Sevilla, 2006.

HAHNEMANN, S., Órganon de la Medicina. Sexta edición. Trad. del inglés por Jorge C. Torrent. Ed. Porrúa. México, 1984.

KENT, James Tyler, Filosofía homeopática. Trad. Augusto Vinyals Roig. Ed. Albatros. Buenos Aires, 1988.

MORALES PRADO, Emilio, Fundamentos de Nosología Homeopática. Ed. Dilema. Madrid, 2004.

MORALES PRADO, Emilio, La Magia de la Homeopatía. Instituto Médico de Estudios Hahnemannianos. Sevilla, 2000

NAVARRO-BELTRÁN IRACET, Estanislao y Col, Diccionario Terminológica de Ciencias Médicas, Ed. Masson, 13ª edición. Barcelona, 1996.

[1] “Pero en casos realmente graves –añade el autor-, con gran deterioro orgánico, pueden existir prolongados agravamientos. Nos estamos refiriendo a enfermedades muy serias”: MORALES PRADO, Emilio, La Magia de la Homeopatía. Instituto Médico de Estudios Hahnemannianos. Sevilla, 2000, p. 121.

[2] Ibídem, p. 121.

[3] NAVARRO-BELTRÁN IRACET, Estanislao y Col, Diccionario Terminológica de Ciencias Médicas, Ed. Masson, 13ª edición. Barcelona, 1996, p. 31.

[4] Ibídem, p. 393.

[5]Los homeópatas concebimos la enfermedad interna como un desequilibrio de la dynamis (no perceptible en sí mismo) que determina en el organismo unos efectos perceptibles a los que llamamos síntomas”: MORALES PRADO, Emilio, Fundamentos de Nosología Homeopática. Ed Dilema. Madrid, 2004, p. 152.

[6] HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Trad. Emilio Morales Prado y Juan Pablo Larreta Zulategui. Ed. Mínima. Sevilla, 2006, § 6.

[7] MORALES PRADO, Emilio, La magia de la Homeopatía. Instituto Médico de Estudios Hahnemannianos. Sevilla, 2000, pp. 117 y 118.

[8] Ibídem, p. 121.

[9] Pero la homeopaticidad sólo se demuestra al final, cuando se ha curado al enfermo: “Cuando un remedio homeopático haya obrado correctamente, cuando haya curado al paciente, ha demostrado con ello que está homeopáticamente relacionado con el caso”: KENT, James Tyler, Filosofía homeopática. Trad. Augusto Vinyals Roig. Ed. Albatros. Buenos Aires, 1988.

[10]“…”lo digno de curar” no se concreta sino en el conjunto de síntomas que habremos de tomar en el paciente y que finalmente compararemos con el conjunto de síntomas de las patogenesias a fin de encontrar el remedio curativo. De este modo “lo digno de curar” viene a ser el eje del criterio médico y terapéutico en homeopatía”: MORALES PRADO, Emilio, Fundamentos de Nosología Homeopática. Ed Dilema. Madrid, 2004. p. 151.

[11] “Todo agente que actúa sobre la vitalidad, toda medicina, perturba en más o en menos a la fuerza vital y provoca cierta alteración en la salud del individuo durante un período más o menos extenso. A esto se denomina acción primaria. Aun cuando sea producto del poder medicinal y del de la fuerza vital conjugados, ella se debe fundamentalmente al primero. A su acción nuestra fuerza vital intenta oponer su propia energía. Esta acción resistente es una propiedad, verdaderamente es una acción automática, del poder que preserva nuestra vida y merece el nombre de acción secundaria o acción reactiva: HAHNEMANN, S., Órganon de la Medicina. Sexta edición. Trad. del inglés por Jorge C. Torrent. Ed. Porrúa. México, 1984, § 63.

[12] El síntoma primario es, por consiguiente, la expresión inmediata de la noxa sobre el organismo vivo mientras que el secundario representa la reacción del organismo, un intento de curación que a veces tendrá éxito (enfermedades agudas) y a veces no (enfermedades crónicas) pero que en todo caso será […] parte del “poder que conserva nuestra vida”: MORALES PRADO, E., Fundamentos de Nosología Homeopática. Ed Dilema. Madrid, 2004, p. 173.

[13]La más alta aspiración del médico es sanar a los enfermos, lo que se llama curar”:HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Op. cit.,   § 1.

[14] MORALES PRADO, Emilio, Fundamentos de Nosología Homeopática. Op. cit., p.153.

[15] HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Op. cit., § 2.

[16] HAHNEMANN, S., Ibídem, § 14.

[17] HAHNEMANN, S., Órganon de la Medicina. Sexta edición en MORALES PRADO, E., Fundamentos de Nosología Homeopática. Op. cit., pp. 156-161.

[18] MORALES PRADO, E., Fundamentos de Noxología Homeopática. Op. cit., p. 162.

[19] Ibídem., p. 169.

[20] Ibídem, p. 173.

[21]Si nos interesan por encima de todo los efectos primarios de los medicamentos, se debe al hecho de que tales efectos constituyen la acción genuina de la sustancia sobre la dynamis del paciente y son por consiguiente los síntomas que nos dicen fehacientemente del efecto curativo del medicamento”: MORALES PRADO, E.,Fundamentos de Nosología Homeopática. Op. cit., p. 173.

[22] HAHNEMANN, S., Órganon de la Medicina. Sexta edición. Op. cit., nota al § 67 en MORALES PRADO, E., Fundamentos de Noxología Homeopática. Op. cit., p.171.

[23] MORALES PRADO, Emilio, Fundamentos de Nosología Homeopática. Op. cit., p. 306.

[24] HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Op. cit., § 130. // “la enfermedad, si no fuera muy antigua, generalmente será eliminada y extinguida por la primera dosis, sin mayor perturbación”: Órganon de la Medicina, sexta edición, op. cit., § 154.

[25] HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Op. cit., en observ. al § 131.

[26] “Esto es la enfermedad medicamentosa, éstos son los síntomas del remedio que pronostican el futuro de aquel caso, porque si el remedio no fuera lo suficiente similar al caso, no podría hacer estas cosas, y es por la similitud de enfermo y medicamento que éste pone en evidencia estos síntomas que aquel tenía en la sombra. Pero el remedio no le puede dar los síntomas que él no tiene. No puede darle los síntomas que no están relacionados con él, excepto en los casos llamados hipersensibles. Como sabéis, los hipersensibles son capaces de experimentar los más variados síntomas con cualquier cosa que les deis”: KENT, James, Tyler, Filosofía Homeopática. Trad. Augusto Vinyals Roig. Ed. Albatros. Buenos Aires, 1988, p. 300.

[27]Pero, aunque es cierto que un remedio homeopático adecuadamente seleccionado destruye suavemente y elimina la enfermedad sin dar origen a síntomas especiales que, perteneciendo al medicamento, no estén presentes en el paciente, es decir sin excitar sufrimientos de un nuevo tipo, con todo ocasiona usualmente, por así decir, una ligera agravación del estado del paciente en la primera hora o dos horas después de su administración”. HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional, Op. cit., § 132.

[28] MORALES PRADO, Emilio, La magia de la Homeopatía. Op. cit., pp.121 y 122. Debo hacer notar que, aun no habiendo experimentado tales síntomas el paciente, sí pueden pertenecer al desequilibrio de su dynamis y, por consiguiente, preexistir al tratamiento puesto que el proceso morboso es homogéneo y una realidad única (Cfr., Fundamentos de Nosología Homeopática, Op. cit., p. 162)

[29] HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Op. cit., § 132.

[30] Ibídem, observ. al § 132.

[31] Dejo a la doctora DINAH MORALES la clarificación de este concepto, algo confuso en los textos clásicos.

[32] Considera una de las tres faltas graves que puede cometer el médico es “Creer demasiado débiles las dosis que la experiencia, apoyada sobre numerosas experimentaciones, me ha inducido a emplear para cada medicamento antipsórico”. Las otras dos son: “elegir un medicamento que no conviene” y ”no dar a cada dosis el tiempo necesario para que agote su acción”: HAHNEMANN, S., Doctrina y tratamiento homeopático de las enfermedades Crónicas, Trad. J. L. Jourdan. Ed. Albatros. Buenos Aires, 1986, pp. 145 y 146.

[33] Ibid. § 132.

[34] “En las curaciones homeopáticas la experiencia nos enseña que las medicinas “Tal incremento de los síntomas originales de una enfermedad crónica puede aparecer solamente a la finalización del tratamiento, cuando la curación ha sido casi o total mente lograda”: HAHNEMANN, S., Órganon de la Medicina. Sexta edición, Op. cit., § 161). // “Finalmente, indica que el principio vital, ahora libre de la enfermedad natural, comienza a sufrir únicamente algo de la enfermedad medicinal, conocida como agravación homeopática(Ibídem, § 280).

[35] Cfr., p.e., HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Op. cit., §§ 91, 92.

[36] Cfr. HAHNEMANN, S., Órganon de la Medicina. Sexta edición. Op. cit., § 248.

[37] Ibídem, § 270.

[38] HAHNEMANN, S., Doctrina y tratamiento homeopático de las enfermedades Crónicas, Op. cit.,p. 143.

[39] Ibídem, p. 144.

[40] Ibídem, pp. 148 – 150.

[41] Cfr. nota 34.

[42] MORALES PRADO, E., La Magia de la Homeopatía. Op. cit., pp. 122 y 123.

[43] Ibídem, p. 124.

[44] HAHNEMANN, S., Órganon de la Medicina. Sexta edición. Op. cit., §§ 56-60.

[45] Ibídem, § 58.

[46] Ibídem, § 59.

[47] Ibídem, § 69.

[48] MORALES PRADO, E., Fundamentos de nosología Homeopática. Op. cit., p. 173

[49] Ibídem, pp. 173 y 174.

[50] Aun siendo homeopático el remedio, Hahnemann considera errónea la prescripción, incluyo por eso el caso en este apartado. Seguramente alguno de los clínicos de hoy considerarían que el error está más en la aplicación de la ley de semejanza que en la dosis o potencia del remedio.

[51] HAHNEMANN, S., Doctrina y tratamiento homeopático de las enfermedades Crónicas, Op. cit., pp. 144 y 145.

[52] HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Op. cit., § 20.

[53] Cfr .nota 18

[54] Cfr. la cita correspondiente a la nota 28.

[55] MORALES PRADO, E., La Magia de la Homeopatía. Op. cit. P. 122.

[56] HAHNEMANN, S., Doctrina y tratamiento homeopático de las Enfermedades Crónicas. Op. cit., p. 144.

[57] Ibídem, p. 150.

[58] Ibídem, p. 143.

[59] HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Op. cit., §§ 133 y 134.

[60] HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Op. cit., §§ 146 y 147 y Órganon de la Medicina. Sexta edición. Op. cit., § 173.

[61] HAHNEMANN, S., Órganon de la medicina racional. Op. cit., § 159.

[62] KENT, James Tyler, Filosofía homeopática. Trad. Augusto Vinyals Roig. Ed. Albatros. Buenos Aires, 1988.

[63] No se fía de un alivio que comienza sin alguna agravación, el remedio probablemente no era enteramente similar; por el contrario, una ligera acción del remedio sobre la enfermedad es una buena señal: KENT, James Tyler, op. cit., p. 303.

[64] Ibídem, p. 305.

[65] Ibídem, p. 308.

[66] Ibídem, p. 308.

[67] “He visto las más serias reacciones que parecían necesarias para el restablecimiento de la salud. Tal estado en una enfermedad aguda que ha seguido varios días sin remedio y con una amenaza muy grande, será para la enfermedad aguda lo que muchos años serían para una enfermedad crónica de larga duración”: KENT, James Tyler, op. cit., p. 297.

[68] “En los pacientes débiles esperaréis una reacción débil o ninguna reacción después de administrar el remedio, pero en los casos débiles son de un carácter que no tienen muchos síntomas, y muy rara vez podréis encontrar un remedio verdaderamente específico”: KENT, James Tyler, op. cit., p. 300.

[69] “Si de la enfermedad han resultado cambios en los tejidos, entonces veremos agravaciones llamativas, y aun agravaciones de las que no se puede esperar el restablecimiento”:KENT, James Tyler, op. cit., p. 297.

[70] “Entre los signos que, en todas las enfermedades […], nos informan acerca del comienzo de una leve mejoría o agravación no fácilmente perceptible, el más certero e instructivo es el estado mental del paciente y su comportamiento íntegro:” HAHNEMANN, S., Órganon de la Medicina, sexta edición, § 253.

[71]KENT, James Tyler, op. cit., pp. 312 y 313.

[72] En este caso, nos podemos encontrar –dice- con prolongadas agravaciones a lo largo de muchos años y es debido a que “estaba comenzando en él algún profundo cambio en los tejidos de algún órgano”: KENT, James Tyler, op. cit., p. 316.

[73] Siempre a una agravación rápida, corta y más o menos fuerte sigue una mejoría duradera del enfermo. Si hay algún daño estructural, nunca será en órganos vitales, únicamente pueden observarse cambios superficiales. “De esta naturaleza es la agravación de los síntomas que se presentan a las primeras horas de haber tomado un remedio verdaderamente homeopático en las enfermedades agudas o durante los primeros días de u caso crónico”: KENT, James Tyler, op. cit., pp. 316 y 317

[74] Se trata de un remedio exactamente homeopático y a la potencia adecuada en un sujeto curable con gran energía vital. Los viejos síntomas, que habían desaparecido durante largo tiempo sustituidos por otros nuevos es corriente que reaparezcan en cuanto la agravación se manifiesta, y de ahí que veamos desaparecer los síntomas en orden inverso en que se presentaron: KENT, James Tyler, op. cit., pp. 324.

[75]Para un paciente incurable de tan escasa energía vital es erróneo el remedio por su alta potencia. No se deben dar potencias que excedan de la 200: “la de 30 es suficiente para cualquier persona y cualquier caso”.”En casos dudosos –advierte- es bueno emplear las más bajas potencias, y siempre con precaución, estando preparado para antidotar la medicina si ella toma un falso camino”. Si a pesar de la agravación, al fin reacciona y mejora, es que el organismo no estaba tan comprometido: KENT, James Tyler, op. cit., pp., 314 – 316

[76] El caso es frecuente en afecciones graves. Bien se trata de un caso incurable, en el que altísimas potencias establecen un estado de orden en el enfermo que continuará durante varios meses incluso sin medicina, o de una prescripción errónea (remedio paliativo), siempre que la agravación se produzca a los pocos días, si la mejoría dura hasta cuatro semanas habrá que pensar en algún obstáculo a la curación: KENT, James Tyler, op. cit., pp. 318 -320

[77] Supone un remedio bien seleccionado y una energía vital en buen estado. Si la mejoría no dura se debe en los casos agudos a un alto grado de inflamación y en los crónicos a daños estructurales. KENT, James Tyler, op. cit., pp. 320 y 321.

[78] La prescripción es correcta pero se trata de un enfermo incurable, con escasa fuerza vital. Existe un alivio mientras dura la acción de los remedios, que sólo es posible con remedios homeopáticos, pero el enfermo no se cura: KENT, James Tyler, op. cit., pp, 321 – 322

[79] Se trata de una enfermedad, aunque crónica, sin daño orgánico. Se prescribió el remedio exacto y en la potencia necesaria para el caso, porque hubiera habido agravación si la dosis fuese grande o en potencia muy alta: KENT, James Tyler, op. cit., p. 318

[80] Cfr. nota 73

[81] Aquí habla Kent de las condiciones de una buena experimentación, recomendando recoger las variaciones constitucionales: KENT, James Tyler, op. cit., p. 323.

[82] Son pacientes hipersensibles, frecuentemente incurables, que hacen patogenesias a altas potencias; se recomienda volver a la 30 o a la 200. Las agudas se curarán con la 30 y la 200 y las crónicas se aliviarán con la 30, la 200 y la 500: KENT, James Tyler, op. cit., pp. 322 y 323.

[83] Se trata de síntomas no observados por el enfermo e indican una prescripción errónea en un sujeto con buena energía vital. Cuanto mayor la intensidad de los síntomas tanto más debemos dudar de la prescripción. Lo cual se corrobora si el enfermo vuelve a su primitivo estado: KENT, James Tyler, op. cit.,   p. 323

[84] Afección superficial que inmediatamente se alivia, pero el enfermo se agrava en órganos vitales. Ha tenido lugar una transferencia desde la periferia al centro. Se precisa un antídoto. Si, por el contrario, dicha transferencia ocurriera del centro a la periferia, sería señal de buen pronóstico KENT, James Tyler, op. cit., pp. 324 y 325.

 

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2 comentarios en “La agravación en homeopatía. Distintos tipos.

  1. Dra. Es importante comunicarme con Ud por lo de su artículo que publicó por éste medio sobre la capsaicina. Dejo mi correo para comunicación. Gracias

  2. Su artículo sobre la capsaicina, requiero comentarlo con ud. Es importante ya que paciente de 1400 años pedecio efectos del compuesto, eso creemos. Por favor requiero comunicacion

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