La homeopatía, prohibida. ¿Podéis imaginar que una buena mañana los periódicos nos obsequien con un titular como este? Yo sí. Nuestros amigos, los pseudoescépticos, también. Y luchan denodadamente para convertirlo en realidad. Ellos dicen que pretenden hacerle un favor a la humanidad doliente, ya que la homeopatía es una estafa y como tal hay que prohibirla. ¿Están convencidos de tales afirmaciones? Al menos eso dicen. Prohibir la homeopatía, ¡ahí es nada! Un método terapéutico que durante más de doscientos años ha demostrado excelentes resultados. Un método avalado por la experiencia de millones de pacientes, de decenas o centenares de miles de médicos, de diferentes países, de diferentes culturas, de diferentes épocas, de diferentes idiomas y, en el caso de los pacientes, hasta de diferentes especies. Los que se han propuesto como tarea acabar con este método, recurren a argumentos machacones y falsos o al menos inconsistentes, que no vamos a tratar aquí porque ya cansan. Pero ignoran la realidad. Y quieren prohibir: por encima de todo, prohibir. ¿Qué pasa pues con la libertad de las personas? Tradicionalmente ha sido asunto fuera de discusión que un médico tenía la libertad de elegir para su paciente el tratamiento que considerase más beneficioso. Ahora ya no. Ahora el médico podrá elegir entre tratamiento alopático según protocolo y tratamiento alopático según protocolo. ¿Y qué ocurre con los pacientes? Ya no podrán decidir cómo quieren ser tratados. No podrán ir al homeópata ni al acupuntor ni al naturista ni al psicoterapeuta ni al psicoanalista. Todo lo quieren prohibir. ¿Dónde queda entonces la libertad de los pacientes? Tenemos que impedir esta locura. Los primeros, los médicos. Acupuntores, naturistas, homeópatas, psicoterapeutas, psicoanalistas y también los alópatas. Sí, también los alópatas, porque si no hay diversidad de métodos en medicina, si no hay opciones, no habrá medicina. Al final los médicos, todos los médicos, serán dóciles prescriptores de productos fabricados bajo patente, con indicaciones protocolizadas. Y serán productos cuya verdadera composición el médico desconoce en todo o en parte y que, en todo caso, no puede obtener si la industria farmacológica no los dispensa.
Los padres ya no podrán optar por llevar a sus hijos al homeópata a pesar de que la medicina convencional no los cure. ¡Y todos conocemos montones de niños que se han instalado definitivamente en la salud gracias a la homeopatía, después de que el tratamiento alopático fracasara con ellos una y otra vez! ¿Cómo se tratarán entonces los niños cuyos padres quieran o necesiten optar por algo diferente a la alopatía? ¡Con más alopatía! Tal vez las dosis no fueron suficientes. ¿Y los adultos que tampoco encuentran ninguna respuesta en la medicina ordinaria?
Prohibir las opciones alternativas significará acabar con la medicina, con toda la medicina. Esto deben saberlo los médicos. Y deben saberlo muy especialmente los médicos que dirigen los colegios profesionales. De ellos depende ver la evidencia, no la supuesta evidencia científica de la que tanto habría que hablar, sino la evidencia clínica. Doscientos años de evidencias y testimonios. Negar esa abrumadora cantidad de hechos no es racional ni lógico.
Y hasta que los científicos expliquen lo que tengan que explicar, no cometan el error de renegar de unos colegas, tan colegiados y tan médicos como el que más, cuyos únicos delitos son pensar diferente y obtener buenos resultados clínicos. Está en juego la libertad de todos: pacientes y médicos, homeópatas y alópatas. No prohíban. ¿Recuerdan aquella frase de mayo del 68, “prohibido prohibir”? Pues eso.
Esperemos que no llegue el día que se prohíba la Homeopatía, para ello estamos luchando. Pero aún en esa terrible hipótesis de ataque a la libertad de Médicos y Pacientes, seguiremos defendiendo nuestra postura, y aquello en lo que creemos y demostramos cada día que funciona. Y aunque se nos trate de callar, el tiempo y las investigaciones que vendrán, nos irán dando la razón, restableciendo de nuevo la Homeopatía al lugar que le corresponde como una medicina de futuro.