EL CICLO DE LA VIDA

La homeopatía médica estaba casi extinguida en España cuando la que llamé “generación espontánea” de médicos, la nuestra, la recuperamos. Cerca de 40 años después, la homeopatía clásica, ortodoxa o como queramos llamarla, vuelve a estarlo. En peligro de extinción.

Al hilo de las ingenuidades de novatos a las que alude Emilio, traigo aquí un botón de muestra de un tipo de ingenuidad particular, la que supone que responder con argumentos desde la práctica médica a los ataques públicos servirá para algo significativo. Quizás sea de algún interés, y pido clemencia por la autocitación: http://homeopatiaahora.blogspot.com.es/search?q=Marino+rodrigo. Alojada en el blog de Isidre Lara, es una CD que remití a un diario local en réplica a los ataques de un pseudo-escéptico que por entonces iniciaba su carrera mamporrera al servicio de esa “ciencia” médica (y no médica), hegemónica, excluyente, autosuficiente, inmune a todo control que no sea el del mercado, insensible a toda ética que no sea el puro negocio. Veintitrés años después, tropezando quizás en la misma ingenua piedra, remití mi carta abierta a la cúpula de la OMC. Hasta ahora sin respuesta.

Pero, con resultar el actual asedio pseudo-científico contra toda práctica no convencional una auténtica amenaza global contra la libertad del propio ejercicio médico, por tanto absolutamente reprobable, se impone mirar atrás, como bien dice Emilio. La autocrítica.

Hay ya recorrido histórico para hacer balances, valorar si estamos en el buen camino para mantener, perfeccionar y seguir ofreciendo con garantías actualizadas la homeopatía médica. Lejos de los balances económicos de los mercachifles (¿alguien de los que utilizan la ya mítica cifra de los “10.000 médicos” de la homeopatia en España ha contrastado este dato tan aparentemente sobredimensionado, de fuente comercial?). Lejos también de las ocurrencias de los carismáticos gurús “homeopáticos”, con sus “enfoques” personalísimos, improbados, a menudo improbables, en todo caso inabordables desde la “Medicina Racional” que quería Hahnemann para la homeopatía. Lejos de tanta lucubración, de tanto “avance” pseudo-homeopático. Como médicos y como personas potencial o actualmente usuarios de la sanidad podemos prescindir del mercadeo de esa “ciencia” de garrafón que pretenden meternos con embudo (lo ancho para algunos, lo estrecho para muchos) y de muchas cosas. Pero no prescindamos de intentar basar nuestro ejercicio médico en pruebas sólidas.

Sigamos pidiendo a la auténtica Ciencia con mayúscula (no a la del garrafón) que nos siga ayudando a demostrar con sus herramientas lo que en el ámbito empírico parece quedar claro: la utilidad de la homeopatía como recurso asistencial. Pero no para que callen los activistas anti -“amimefuncionismo”, término nuevo de inapelabe eficacia comunicativa, uno de sus simpáticos logros semánticos (a cada quien su mérito). Pues ninguna prueba cambiará lo que para el escéptico de pro no puede ser, y, además, es “imposible”. No por ellos, sino porque incluso la homeopatía necesita serlo, no solo parecerlo.

Entretanto, y con infinitas paciencia y camaradería, sigamos intentando hacer comprender a nuestros colegas que se presten, desde la cúpula de la OMC hacia abajo, dos cosas: que es insostenible pretender que todo nuestro ejercicio médico (el de todos) tenga que estar basado en la “ciencia” para ser considerado ético. Y que, de acuerdo al Código, las diferencias en el ejercicio médico se dirimen en ámbitos colegial y profesional, no en la arena pública. Cuánto menos creando un ente en el que se otorga al llamado movimiento escéptico legitimidad y cobertura colegial para seguir atacando a prácticas y a profesionales de la Medicina. Anteayer, a homeópatas. Ayer, a otros médicos en ejercicio no convencional. Hoy, a quien está en desacuerdo con ciertas prácticas, v.g. vacunaciones sistemáticas, obligatorias y ampliadas. ¿Mañana? Pasado mañana ya preocupa menos, los robots no disienten.

Entretanto, con escasa validez sanitaria para el público y ninguna para la homeopatía, la única “utilidad” que aprecio en el enésimo rifi-rafe en TV o en cualquier medio es la promoción personal de sus intervinientes. De todos. Incluso el que aparentemente pierde el debate, gana. Todo ese ruido que no deja oír la señal se reparte en proporción.

Doctor Marino Rodrigo

 

 

 

 

 

 

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