En la entrada anterior pretendí mostrar el significado que para Hahnemann tenía el término “simillimum” antes de que fuera adoptado para adulterar la fórmula del principio de similitud y limitar su alcance operativo. Una referencia que utilicé fue la nota al pie del parágrafo 56 de la 5ª edición del Órganon. Ya adelanté que la misma nota en la sexta edición contiene importantes modificaciones con respecto a la quinta, modificaciones que no afectan al significado del término, sino más bien al uso que de estos remedios (simillimum-nododes) puede hacerse.
En efecto, en la 5ª edición podemos leer: “Aún podría admitirse un cuarto modo de emplear los medicamentos contra las enfermedades, a saber, el método isopático, que consiste en tratar una enfermedad por el mismo miasma que la ha producido. Pero, aún suponiendo que esto fuera posible, descubrimiento que, a la verdad, sería muy precioso, como no se administraría el miasma a los enfermos sino hasta después de haberlo cambiado hasta cierto punto por las modificaciones que se le hacen sufrir, la curación sólo se verificaría en este caso oponiendo simillimum a similimo”.
Frente a esta visión optimista (hechas las oportunas salvedades) de las posibilidades curativas de los nosodes para sus enfermedades correspondientes, encontramos en la siguiente edición un rechazo frontal de esta práctica. Aquí explica que pretender curar per ídem “contradice el sentido común y también toda experiencia”; advierte sobre la idea errónea de que la vacuna (contra la viruela) sea un tratamiento isopático, porque en realidad es homeopático, ya que vacuna y viruela son enfermedades similares pero diferentes, de manera que el éxito de la vacuna antivariólica no debe atribuirse al tratamiento per ídem sino al tratamiento por similares (homeopatía). Extendiendo este mismo argumento dice “algunas enfermedades propias de los animales nos proporcionarán con toda seguridad potencias morbosas curativas para enfermedades humanas muy similares, completando de esta manera nuestra reserva de remedios homeopáticos”. Pero a continuación advierte: “emplear una sustancia morbosa (por ejemplo, un psorinum tomados de la sarna humana) para curar la misma enfermedad humana (la sarna o el mal que esta genere) carece de sentido. Nada puede resultar de ello sino dolencias y agravación de la enfermedad”.
Ignoro si este importante cambio de Hahnemann fue el resultado de la experiencia o de la reflexión. Tal vez sería interesante investigarlo.